viernes, 10 de octubre de 2008

LOS OTROS CUERPOS



LOS OTROS CUERPOS

La primera vez que leí un poema de Manuel Ramos Otero quedé marcada de por vida. Sabía que lo que tenía ante mí participaba de lo que por ahí llaman comunión artística. Que estabaante el portento de una gran Literatura, literatura a secas, ni Gay ni Straight, ni Masculina ni Femenina, ni Etnica ni Universal. Estaba ante una Obra, con O mayúscula, que lograba conjurar el dolor, el deseo y la agonía de sobrevivirse a sí mismo en este mundo. Sobrevivirse más allá de la muerte. Estaba ante el portento. Manuel Ramos Otero.

El que la antología “Los otros cuerpos” haya decidido ser dedicada a Manuel cumple con varias características que vale la pena destacar. La primera, que es una literatura que se complia desde una óptica “otra” es decir, desde una perspectiva que marcó a nuestra generación isleña de por vida. La óptica que nos legara Manuel Ramos Otero. Manuel, loca furibunda y sin explicaciones, exploraba en cada escrito suyo, en cada poema la manera de ser gay y de aliarse a otras identidades, la del emigrante, la del deambulante, la de la santera, la de la puta y la de la madre, la del trabajador- todas ellas hermanadas p or el conocimiento de que se es carne de cañón en las batallas del poder y del hambre. Esa óptica transidentataria inscribe lo Gay no como una identidad de denuncia, o de renuncia, sino como una de las múltiples identidades de lo isleño/caribeño/puertorriqueño- el silencio que faltaba apalabrar para completarnos. La otra característica con la que cumple Los Otros Cuerpos al señalar a Manuel Ramos Otero como figura tutelar es la de llamar a la inclusión como método antologista.

Incluir en vez de excluir. Esa es la evidente política de “Los otros cuerpos: antología de temática gay, lésbica y queer desde Puerto Rico y su diáspora”. Quizás por eso su subtítulo tan largo, tan abarcador. Quizás por eso la enumeración de catálogos de la identidad transmoderna. La Editorial Tiempo Nuevo abre esta colección para dar paso a los poemas, cuentos, ensayos y fragmetnos de novela de 46 autores de varias generaciones, géneros y preferencias sexuales. Las palabras de Moisés Agosto lo confirman : Aquí abrimos los horizontes a la exloración de identidades paralelas que se ven a sí mismas y se expresan desde otros espacios donde la nación es el cuerpo y el idioma la palabra poética que expresa la expereincia humana. Hacer una antología estrictamente gay , pulcramente “gay” hubiese sido una afrenta para Manuel, y para sus discípulos, cómplices y seguidores.

Moisés Agsoto se dio a la tarea de desarrollar el plan de ataque original. El fue quien convocó a los otros compiladores para que pusieran manos a la obra y se dieran a la tarea de reunir un corpus ausente en la historia de la literatura puertorriqueña. David Caleb Acevedo, quien editó la antología de ensayos “Sobre piel y papel”, autor de cuentos y poemas en inglés y en español, unió sus esfuerzos a los de Luis Negrón para emprender la convocatoria inicial de textos. La selección provocó múltiples discusiones- si se debería añadir textos de la diáspora boricua. La contestación fue que sí (otra vez Manuel fue faro en este entuerto). Si se invitaría a autores hetero a participar. Sí. La condición fue que sus ensayos, poemas o cuentos desarrollaran temáticas gays desde una prspectiva profunda y compleja- más allá de la denuncia, o del retrato. Así fue surgiendo la antología; la segunda en Hispanoamérica y el Caribe (ese primer lugar lo ocupa la problemática antología gay de la República Dominicana). La primera en Puerto Rico y su diáaspora. Ya POESIDA, antología que compliara Carlos Maldonado, había hecho un primer intento en reunir textos de temática gay de toda iberoamérica, pero allí, la pega temática era el tema del SIDA. Pero no es lo mismo Sida que homosexualidad. Una antología que reuniera ensayos, poemas ,cuentos y fragmentos de novela que exploraran el tema de lo “gay” y lo “queer” en Puerto Rico y su diáspora jamás se había visto, hasta ahora.

Hay que celebrar la aparici´øn de esta antologíâ. Otra vez el trabajo poético destaca por sobre el narrativo presentando de nuevo la prueba de que el nuestro es un país de sólidas tradiciones y formaciones líricas y de incipentes prácticas narrativas. Gay, queer, o straight; los fenómenos literarios se repiten de manera uniforme y atraviesan marginalidades identatarias. Muchos de los poemas antologados pueden ya ser considerados clásicos de la literatura boricua: “Nobleza de sangre” de Manuel Ramos Otero, por supuesto; y además “Sodom (Club remix)” de Rané Ramón Arroyo, y “Declaración de intención” de Robert Vázquez Pacheco. “Será conveniente” y “Black hole” de Lilliana Ramos Collado y “Desgracias” de Luz María Umpierre también son poemas imprescindibles que reconfiguran el canon de literatura latinamericana contemporánea del Siglo XXI.

La mayoría de la ensayística recogida proviene de los más destacados pensadores del país. Rubén Ríos Avila, Jossiana Arroyo, y Arnaldo Cruz Malavé regalan con sus trabajos más incisivos e invitan a repensar las categorías de marginalidad, nación, exilio y masculinidad. Los trabajos de Alejandra Pagán y Javier Laurano anuncian la nueva cepa de pensadores que parten de lo “queer” para mirar la totalidad de lo puertorriqueño, es decir, que sacan dicha identidad del margen para usarla como caleidoscopio de lo que se puede definir como un ethos regional/nacional.

Alegra ver cuatro fragmentos de novela incluídos en esta antología. Este es el género más difícilde antologar. Leer un capítulo o fragmento de novela puede confundir más que esclarecer. Pero aún así resulta esperanzador el gesto antologatorio y abre el apetito para la espera. Ojalá dichas novelas aparezcan pronto.

Y por último, “Los otros cuerpos” recoge una muestra de cuentos, mi género predilecto para leer en antologías. Es cierto que hay desigualdades en cuanto a lo publicado. Sin embargo, las joyas resplanceden también. Los textos de Alfredo Villanueva exhiben un delicado lirismo que conmueve. Ese lirismo tsambién está presente en “La cadena del Cano Belleza”, tecxto que me hace recordar a Pedro Juan Gutierrez, el cubano, en su celebre libro de relatos “Carne de perro”. El hermosísimo cuento de Emilio del Carril estremece por su enfoque del homoerotismo- esta vez entre dos viejos- y su desviación erótica hacia la exploración del tema de la soledad, la lealtad y el cariño entre hombres. Cabe destacar también el cuento de Larry La fountain Stokes. Es raro el hecho de que haya poquísima narrativa lésbica o de tema lésbico. No sé lo que pueda significar ésto. Pero sería interesante pensarlo.

En fin, que “Los otros cuerpos” se presenta como manjar para los ojos del amante de literatura y como lectura obligada para el especialista. Un silencio se rompe y se despeña. Ese es le mérito incial de la antología; aunque cabe destacar otro mérito aún más grande- el hacerle honor a Ramos Otero en sus consignas acerca de las relaciones entre identidades marginales. La marginalidad no debe reproducir las políticas de exclusión que la crearon. El proponer la incluisión como norma de presentación le ha abierto las puertas a muchos textos y la imaginación a muchos autores más allá de los linderos de una identidad. Es decir, que en esta antología hay mucha buena literatura que , al ser publicada, entra en contienda y redefine lo que es el canon de literatura nuestra. Las consideraciones que presenta no son tan sólo las de un silencio orquestrado- que hoy se rompe, sino las de pura y llana calidad literaria.

Por que lo bueno es bueno, y el oficio es el oficio, lleve el apellido (a mucha honra) que lleve.

LA NO-IDENTIDAD




Durante el mes de octubre de este año, Puerto Rico fue sede de un magno evento. No me refiero a los debates de los candidatos a gobernación. Por segunda vez en la historia, una institución puertorriqueña fue cede de la conferencia bi-anual de la Puerto Ricn Studies Association. El Centro de Estudios de Puerto Rico y el Caribe acogió a más de 500 expertos sobre los Estudios Puertorriqueños. Se dieron cita aquí Arnaldo Cruz-Malavé- director de Estudios Latinoamericanos de Fordham University, Jossiana Arroyo, experta en Cuba, Brazil y Puerto Rico y profesora de Texas University en Austin, el maravilloso intelectual Roberto Márquez. Estaban presentes Guillermo Irrizarry , director de Estudios Latinoamericanos de University of Connecticut, Larry La Fontaine,Myriam Gutiérez de Binghampton University, Yolanda San Miguel de UPenn, Juan Otero Garabis, Melanie Pérez-Ortiz, Chuco Quitero y Norma Valle de U.PR. y el gran Ricardo Alegría, quien inauguró la actividad. Don Ricardo fue el fundador no solo del Centro de Estudios Puertorriqueaños aquí en la isla en el 1976, sino que también fundó el de Leehman College en N.Y. y ayudó a configurar el Museo del Barrio en Nueva York y el concepto de lo que ahora operan como Centros de Estudios Puertorriqueños en todo Estados Unidos.

Me tocó a mi dar la conferencia inaugural. Fue un gran honor que le debo al Centro de Estudios de Puerto Rico y el Caribe y a su decana de Asuntos Académicos la Dra. Elizabet Crespo-Kebler. Me dí a la tarea de presentar un trabajo que defendía la no-identidad. No mencioné en mi ponencia a la identidad puertorriqueña ni a la Niuyorican, ni cite a los baluartes de nuestra intelectualidad- Arcadio Díaz Quiñones, Juan Flores, Pedreira, Arce de Vázquez, etc. Pero, ¿por qué , en una conferencia sobre la identidad puertorriqueña quise obviar ese tema?

Somos un país que siempre ha vivido sintiendo a nuestra indetidad amenazada. Nuestra relación (colonial) con los Estados Unidos, los programas de asimilación cultural y nuestra historia migratoria nos han configurado de esta manera. Durante todo el siglo XX estuvimos insistiendo en que existía una cultura que se llamaba “puertorriqueña.” Cientos de ensayistas, antropólogos, folcloristas, linguistas, literatos, pintores ,historiadores, músicos y perodistas se dieron a la tarea de rescatar monumentos, levantar archivos históricos, publicar y promover esa cultura. Aún estamos en eso.

Pero dicha tarea también nos ha cerrado el cerco. Pocas veces logramos crear diálogos y entablar relaciones de colaboración con otros países de resto del mundo. Nuestros aliados perennes-Cuba y Venezuela- lo son porque han insistido en la existencia de esa cultura nuestra. Ahora (con Chávez y Raúl Castro como cabezas de estado) habría que revisar y definitivamente agrandar nuestra lista de aliados. No tenemos casi ninguno más. Sin consulados y sin diálogo internacional, y enfrascados como estamos en esta contienda nuestra de defender “nuestra identidad puertorriqueña” Puerto Rico está más aislado que nunca. Fíjense cuán aislados estamos: murió Filiberto Ojeda a manos del FBI y ningún gobierno del mundo hizo repudio público ni expresó condolencias ante tal abuso de poder.

¿Qué debemos hacer entonces?¿Abandonar la tarea, atrincherarnos aún más en nuestra parcela de la identidad?

Cierto es, las identidades nacionales son instrumentos políticos que siempre sirven en la contienda por derechos internacionales y humanos. Cierto que la única posibilidad de inserción en el mundo global es afirmar una identidad específica y a la vez amplia, problemática y llena de arbitrariedades. Pero también tenemos que negar la importancia absoluta de esta identidad. Tenemos que dejar de hablar sólo de nosotros. Creo que también debemos insistir en nuestra responsabilidad frente a Latinoamérica y el Caribe. No pedir que nos conozcan, sino ocuparnos de seguir conociendo a los demás, de dialogar con los demás, insertarnos en sus diálogos.

Leo al poeta neo-post-boricua Urayoán Noel y me siento identificada con sus palabras.

“Boringkén/tus bisnietos/bisi/bisi/bisi/bisi/ se preguntan/”are we post-patria yet?”/y sólo la luna les responde/y es que la luz trillada vive-dónde?/aquí/ y se esconde/en el flip-flop fatídico de tus nombres/in your PR campaigns/y se pierde eternamente en tu vaivén”…

Las nuevas generaciones boricuas estamos pidiendo algo más que una “identidad”. Creo que ha llegado el tiempo de un cambio de paradigmas.