Hace algunas noches recibí diecisiete palabras que me llenaron de aliento. Mucho tiempo antes, una niña negra de Country Club encontró en la literatura una forma de libertad. Pasaron varios años de crecimiento en el oficio antes de descubrir que había unos espacios de interconexión entre literaturas nacionales y transnacionales. Festival Hay, Semana Negra de Gijón, Feria del libro de Guadalajara, entre otros. La revelación mayor ha sido conocer compañeros de oficio, algunos con nombres bien cimentados en el mundo literario. Muchos han sido tan generosos que me regalaron su amistad. Jorge Volpi, Santiago Gamboa, Leonardo Padura, Sergio Ramírez, Laura Restrepo…, en fin. Y como los amigos se comparten con la gente a la que uno ama, busqué la forma de traerlos a mi país.
Al principio fue algo modesto. Conseguir fondos desanudando trámites burocráticos en la Universidad de Puerto Rico para que alguien como aquella niña negra de Country Club encontrara en alguna charla o taller sobre literatura un espejo donde mirarse y atreverse a soñar. Para que los escritores puertorriqueños que lo deseen compartan con sus pares de otros países sin tener que tomar un avión. De esos esfuerzos nació el Salón Literario Libroamérica en Puerto Rico. El Salón le ha dado más estructura a esos esfuerzos que tienen su raíz en pura y llana solidaridad. El proyecto –como suele suceder– creció y el verbo se hizo festival. El Festival de la Palabra. Mis amigos, los amigos de mis amigos y los amigos de los amigos de mis amigos han ido tejiendo una red que ya suma más de cincuenta escritores internacionales que se han comprometido a asistir al Festival.
En la búsqueda de fondos he tocado muchas puertas. Este Festival nació en los meses de la recesión económica más dura que ha vivido Occidente, incluyendo mi país. Aún así, algunas puertas privadas se abrieron. Gracias, entre otros, a la Asociación de Maestros y a Plaza Las Américas por su generosidad. De las puertas privadas pasé a las del gobierno. Aún me duelen los nudillos, pero esas puertas se han abierto lo suficiente para que el Festival pueda llevarse a cabo sin ostentaciones pero con mucha dignidad.
Al principio dije que hace algunas noches recibí diecisiete palabras que me llenaron de aliento. Se trata de una oración que leía de esta manera: “En mayo hará su debut en las grandes ligas el Festival de la Palabra de Puerto Rico”. Las diecisiete palabras eran parte de una nota de prensa que publicó el periódico argentino La Nación en su edición del martes 26 de enero. Las agradezco, sobre todo, porque llegaron poco después de otras menos afortunadas. A mis oídos han llegado acusaciones de traición porque he procurado que el gobierno de turno cumpla con uno de sus deberes con su pueblo. A los que me acusan sólo les digo que ya espero su sentencia y condena. Les digo como le dijo Hoederer a Hugo, quien lo acusaba de traidor para poder asesinarlo, en Las manos sucias de Jean-Paul Sastre. “Tú no quieres a los hombres, Hugo. Tú sólo amas los principios”. Muchas gracias.