miércoles, 13 de enero de 2010

HAITI


Tengo una deuda vieja con Haití. Todos la tenemos. Haití es la matriz primera, el lugar desde el cual nos nació el Caribe, es el Africa de adentro, el dolor innombrable, la cicatriz.

Fue el primer pais de América en donde un negro se atrevió a pensarse libre, a pensarse lider de pueblos (Toussaint L'ouverture). Ese descaro, Haití lo ha pagado caro. Todavía se lo cobran. No se lo perdona el Antiguo Imperio que crió una revolución (Liberté, Fraternité, Eglité) para todo Occidente, menos para ellos. No se lo perdona su propia estirpe, que convirtió en micos y parodias (Henry Christophe, Duvalier, Aristide) aquel sueño inicial de libertad, fraternidad e igualdad.

Y ahora esto; Haití es este montón de piedras que se derrumban. ¿Qué crimen ancestral no terminamos de pagar? ¿Por qué la tierra nos odia tanto (Le Damnées de la Terre, siempre, les damnées de la terre)? ¿Cómo nos levantamos ahora? Porque el Caribe entero no puede caminar sin Haití. Tropieza , trastabilla, muerde polvo. No puede seguir soñando el sueño que lo originó. No puede seguir intentando (egualité, fraternité, liberté) convertirlo en realidad.

Haití se derrumba, otra vez.

Y nosotros caemos. No podemos avanzar.

Sin Haití no se puede. Sin Haití caemos todos.