sábado, 13 de diciembre de 2008

JADEANTE Y SUDOROSA #6

Me he roto un dedo. El otopeda me ha dicho que ya, que basta, que una mujer a mis años debe tomar calcio y cuidarse de caídas estrepitosas por puentes, escaleras, asfalto. Yo pienso en la brea, me acaricio levemente el pie. Duele. Es un dolor sordo que recorre la cuarta falange hasta el empeine, como un calambre apagado- un dolor de muelas, pero en el pie. Duele rico. Miro ventana afuera y pienso en la brea.

A Mario lo acaban de llamar para un reportaje especial, tuvo que irse más temprano que de costumbre. Lucián está con su otro papá y la niña duerme. Yo estoy en bata, cojeando por la casa. No sé por qué no tengo ropa interior puesta. Levanto el pie y lo coloco sobre el sofá. El airecillo de un diciembre tropical se cuela por entre mis piernas. A estas horas me estaría poniendo los tennis, estirando, buscando la manera de tirarme a correr.

Enciendo la televisión. 786 canales vacíos. RAI, Tve española, BBC, What not to Wear. Agarro un programa insípido en el Science Channel. Tres casos distintos- una mujer y dos hombres. La mujer sufre de una extraña obsesión por el sexo. Le dió una aneurisma, despertó de un coma con un impulso incontrolable por tirarse a cuanto varón se le cruzara por delante. Vive en Leeds con su esposo Andy, quien entiende su dilema pero está a punto de dejarla. No soporta tanto cuerno. Viajan a Londres a verse con una neuróloga de Harvard quien , después de un embarazo complicado se despertó un día con un incontrolable deseo de escribir. Hipersexualidad meets hiperescritura. Daría como para una novela.

Los otros dos casos, igualmente "perturbadores" son de dos hombres que sufren de una enfermedad conocida como "sudden artistic compulssion". Uno, un quiropráctico muy ambicioso- sufrió un ataque cardiaco a la edad de 36 años. Sobrevivió, pero ahora no puede parar de pintar. No lo hizo nunca en su vida. Ahora, no puede dejar de hacerlo - a todas horas, todos los días. Su esposa lo mantiene.

El otro caso es el de un ortopeda casado, con tres hijos a quien le cayó un rayo encima. Estaban en Sleepy Hollow Lake, upstate New York. Conozco el lago. Un pasadía en el campo, una inesperable tormenta eléctrica. Un rayo le cae en la cabeza. Un milagro. El ortopeda sobrevive sin mácula, pero, al cabo de dos semanas, siente una música que le inunda la cabeza.No puede pensar en otra cosa. Abandona práctica, mujer, hijos. Empieza a tocar piano. Nunca antes lo había hecho. Al cabo de 15 años compone una sonata. El pobre ortopeda/pianista- ahora sólo y abandonado, tituló a su composición "Sonata del rayo".

El sexo y el arte se desatan de la misa manera. Parece que habitan en la misma parte del cerebro.Recuerdo a Andre Guide (L'inmoraliste), a Flaubert, a Paul Eluard y al tristísimo Rimbaud.Putas, orificios expuestos y escritura. Miller, Anaís Nin, Collette. A la madre de todos- la cortesana Murakami. Sexo, orificios, un rayo, abandono, la brea.

La brea, la brea, la brea. El airecillo de diciembre me levanta las faldas. Abajo, mis labios (de mujer paridora, recuerdo, de mujer que a sus años no debería andar patiperreando por ahí- dijo el ortopeda) rozan con la tela del sofá.

Apago el televisor.
Cojeando, agarro a la niña. Salgo a la calle.