El método científico requiere objetividad, inteligibilidad y dialéctica. El ejercicio de la objetividad requiere la máxima supresión posible del yo. A mayor objetividad, mayor universalidad.
El ejercicio de la inteligibilidad requiere la menor discursividad posible, es decir, el menor ejercicio del discurso al que se pueda someter un tema. Requiere encontrar la ruta para llegar a una fórmula esencial, es decir, a una "verdad" . A menor discursividad, menor argumentación, es decir, mayor universalidad.
El ejercicio de la dialéctica requiere llegar una verdad que pueda ser comprobable con la realidad. Si una verdad no es altamente comprobable, aunque sea "cierta", no vale como una buena "verdad" científica.(Popper).
Intentar aplicar el método científico al estudio y discusión del tema de la raza, presenta sus problemas.
Hay que intentarlo, de todos modos; por principio de inteligibilidad.
2.
La raza es la historia de la violencia fundacional de un yo. Es el discurso de esa violencia. No es el único de este tipo de discursos. Pero sí es uno.
Spivak argumenta que existen violencias epistemológicas que tienen que ver con los procesos de representación, sobretodo de los procesos de representación del Otro para las culturas Occidentales- de poder.
Henry Louis Gates argumenta que la raza es , hoy por hoy, el más poderoso límite de la Razón.
Para poder llegar a la "Razón" como discurso constitutivo de "lo humano", hay que trascender lo particular. Borrarlo de la realidad, tratar lo "distintivo", lo "particular" como materia "superflua" que no permite llegar a la compresión comprehensiva, es decir, a la máxima posibilidad de lo inteligible. Género, preferencia sexual y raza son los demarcadores de lo superfluo en el estudio de las realidades humanas, según el discurso de la "Razón"; es decir, de la Historia de la Razón como constructo occidental. Repito y corrijo, para acceder a "lo humano" hay que trascender todo aquello que no escoge a la Razón como categoria que distingue a los seres humanos de los animales. Hay que trascender el cuerpo, hay que trascender la piel, hay que trascender lo "suprfluo".
Pero ¿ qué les pasa a aquellos que, aún "trascendiendo lo superfluo", no acceden al territorio de lo "humano"? ¿Qué les sucede a aquellos cuyos cuerpos y pieles cargan con una herida fundacional demasiado profunda, demasiado "visible", con un peso constitutivo demasiado grande? ¿Con el trauma de lo "superfluo"; es decir, con aquello que deben poder trascender, que se supone que puedan trascender, pero que no logran hacerlo?
Sus saberes y discursos quedarán eternamente relegados al predio de lo "no universal", del "yo" particular y superfluo; rémora del conocimiento objetivo, de la inteligibilidad.
La raza es lo "no comprehensible" porque se le supone lo derivado (y menor) y lo limítrofe a lo racional.
3.
¿Cabe la raza en lo discursivo?
¿Cabe la piel del otro lado del silencio?
¿Se puede explorar discursivamente el trauma fundacional de una particular constitución del yo racial? ¿ Se puede llegar a una máxima compre(hen)sión de lo fundacional superfluo?
4.
Este es el latigazo del deseo: querer ser "universal", es decir, querer acceder a una máxima condición de lo "humano" y vivir condenado a ser "particular", es decir a vivir en el límite con 'lo animal", a una mínima posibilidad de lo humano, a lo "humano" por compasión, por "condescendencia".
O, pero aún, a "lo humano por mérito".