Siempre pensé que la palabra es y siempre debe ser el vehículo para solucionar las diferencias. Que las diferencias- ideológicas, intelectuales, , sociales existen y siempre existirán. No existe la sociedad perfecta.. Pero que sí existe la justicia y la democracia es una de los más esperanzadoras sistemas para lograrla. Esperanzadora por su fundamentl- que no hay democracia sin diferencia. No es posible formar una “polis” sin diferencia- de hecho, aunque malísimamente concebida ,(ya todos sabemos la historia de los griegos y su sistema esclavista, patriarcal que llamaba “cuidadanos” sólo a aquellos que tenían propiedades, esclavos y mujeres bellamente guargadas en sus epiestías) , el instrumento de la democracia se desarrolló precisamente para crear lugares de comunicación (las ágoras) y vias de consenso para hacer valer esa diferenica. El discurso público- a puertas abiertas- es fundamental para que se de a cabalidad la democracia.
Cierto es que- desde el 1948-52 hasta hoy, hemos logrado ser, de manera casi inexplcable,- una sociedad colonial, moderna y democrática. No somos un país que asesina a sus dirigentes (si un país que encarcela y mata a sus detractores), no hemos pasado por una guerra civil (si por ataques a Congreso y motines frente a Fortaleza); hemos logrado desmilitarizar Puerto Rico a través de proyectos culturales (como el de Don Ricardo Alegría- que recuperó el Morro y el Cuartel de Ballajá y otro sinnúnero de edificios históricos para el pueblo de Puerto Rico). También lo hemos hecho a través de acción pacífica y desobediencia civil (nuestra gran victoria en Vieques y la excarcelación de la mayoría de nuestros presos políticos)
Es por esa historia que me sé al dedillo, que cada día recuerdo y me da fuerzas para seguir siendo lo que soy y creyendo en lo que creo, que vuelvo a proponer la palabra – el diálogo abierto, público, crítico y autocrítico como solución a los arduos trabajos que debe llevar a cabo una verdadera democracia cuidadana, inclusiva.
Hoy, reflexiono ante los sucesos del pasado 30 de junio en las escalinatas del Capitolio. Extrañas coincidencias. Estos sucesos ocurren justo mientras leía la novela La Comedia profana, del autor español José Ovejero que nos visitó hace escasos dos meses en el Festival de la Palabra. La estaba comparando a Nocturno de Chile del gran Bolaños, que expresa algo similar a lo que también trabajó Ovejero en su novela. Igual las novelas de Santiago Gamboa, de Jorge Volpi, de Edmundo Paz-Soldán , de Cristina Rivera Garza, Karla Suárez, Iván Thays- gente de mi generación- hijos de las guerras de Sendero Luminoso, de dictadores reciclados en “presidentes ‘-como el boliviano Hugo Banzer , del PRI y su “revolución institucional”, del regimen castrista, de la FARC, y de la guerra civil española . Todos, todos ponen en cuestionamiento la manera en que las ideologías y sus calcificaciones (derechistas e izquierdistas) proveen el caldo de cultivo para guerras interminables ,opresión estatal, violencia política absurda, subversiones inacabables. Y todos levantan el mismo cuestionamiento: ¿qué hace un escritor/ un simple y llano escritor ante la disyuntiva del desgaste de las ideologías, de la politización de TODO, del arte visto como arma de subversión y nada más que eso, de que la literatura, sea también un lugar para la guerra- de buenos y malos, de traidores, vendidos, cómplices o de héroes de la patria?
Yo, la verdad, no he publicado (sí escrito) una obra acerca del tema porque no me atrevo. Le tengo miedo a esa polémica. Sé que en mi país, la crítica y la autocrítica es vista como una traición. No quiero traicionar a mi país. ¿Callo entonces? Sí, callo. No digo todo lo que veo y ni publico todo lo pienso (a dios gracias). Somos muchos los que callamos; por no traicionar.
Creo en la autocrítica ,es decir, creo que el admitir que el bando opositor- del cual yo formo parte, militante- del cual yo formo parte- también comete fallas, debe revisar sus objetivos y también debe mejorar sus estrategias de acción. Creo que gritarles perros a la fuerza de choque desde los portones cerrados de la UPR, pasarles un plato con Alpo, tirarles botellas, pepperspray, es una provocación que llama a la violencia escalonada. Sé de sobra que no estoy hablando de dos bandos que se enfrentan en igualdad de condiciones . Treinta manifestantes contra la fuerza de choque; o cien, doscientos estudiantes atrapados en la UPR contra la fuerza de choque no son bandos en igualdad de condiciones. Lo sé. ¿Pero entonces qué? ¿Entonces, callo? ¿No digo lo que veo? ¿ Victimizo a los manifestantes y demonizo a los contrincantes? ¿Aguanto como una macha hasta que llegue la aurora, el momento en que los estudiantes, los profesores, mi bando esté en el poder, para entonces hablar? ¿Cuándo va a ser eso, con menos de 4% de los votos- es decir de la confianza democrática de un pueblo? Sé que la cotienda que creó esa desventaja fue desigual. Que mucho hizo E.U para convencer a Puerto Rico de que la solución a su dilema de pobreza, atraso, pequeñez , impureza racial; su poca experiencia con la democracia, su ingobernabilidad, era to stick to the powerful. Pero supongo que algo habremos hecho nosostros para perder (y seguir perdiendo cada 4 años- sin reestructurar agendas, sin cambiar de líderes políticos, ni de discurso) de manera tan exitoza.¿ O soy yo la loca?
¿O hago lo que han hecho tantos intelectuales- escritores de mi país?
¿Sigo gritando a diestra y a siniestra que mi país es una trulla de enajenados, que no piensan, sino que bachatean? ¿ Me sigo riendo de ellos en las columnas de los periódicos, en cuentos y novelas que retratan a los puertorriqueños como pitiyankis ridiculos, droadictos y consumidores enajenados, salvajes ingobernables que forman fiestas en vez de revoluciones, mujeres culonas remeneándose por las playas cargando calderos de arroz en vez de parir héroes, chingadera, chingadera, y joda y droga y que se acabe el mundo, que ya yo me fui de este planeta? ¿Si go escribiendo y describiendo a mi país y a su gente para que no amonten a más que a personajes de caricatura? ¿Y soñando con tiempos pasados, con la nostalgia del quinqué en que honestos hacendados – ellos sí tenían garbo, cultura, ellos sí pudieron haber sído los líderes, pese a violaciones a hijas, a esclavas, a esposas, pese a hispanofilia latigaazos, códigos Prim y tarjetas de jornada, ellos sí, sólo ellos - les fue arrebatado su verdadero lugar como líderes de la Isla?
Lo siento, pero no. Un país sin autocrítica es un país que insite en representar a sus actores sociales en sólo dos bandos: buenos y malos, limpios y sucios, héroes y esperpentos.
Creo además, que la autocrítica no es el último, sino el primer paso que dar cuando uno se enfrenta a un gobierno como el que nos ha tocado. No, me equivoco. Este gobierno no nos ha tocado. LA MAYORIA DEL PUEBLO DE PUERTO RICO LO HA ELEGIDO. Y de eso también nos tenemos que hacer TODOS responsables.
Dicho esto, voy a lo próximo.
Cerrar las puertas de las sesiones legislativas al pueblo de Puerto Rico y a su prensa es una falta de respeto a sus cuidadanos. Los dirigentes de un país están allí porque representan a ese país. El voto avasallador que en las pasadas elecciones del 2008 puso en la gobernación a Luis Fortuño, a Rivera Schatz , a Jennifer González, es un voto democrático que los obliga a cumplir con la Constitución del país que los eligió.
Cerrar las puertas del Capitolio a líderes comunitarios, estudiantes, profesores, cuidadanos, prensa, es una provocación a la violencia. Decir que los acuerdos a los que llegó el liderato estudiantil y la Junta de Síndicos son “simplemente papel” es una falta de respeto a la Constitución de un pueblo democrático que utilizó las vias de negociación apropiadas. Literalmente, es limpiarse el trasero con ellas.
Fácil es crear ese clima de frustración, verlo explotar y después llamar a la fuerza de choque para que reparta palos a diestra y siniestra y “mantenga la paz”. Fácil es acusar a los manifestantes de que no tenían portavoces asignados, cuando los portavoces asignados por ese pueblo que protesta son precisamaente los que se mantienen a puertas cerradas, discutiendo un presupuesto público- con erarios públicos, asumiendo deudas que todos vamos a tener que pagar.
Insisto, el dinero de Puerto Rico es del pueblo de Puerto Rico. Aún los fondos federales asignados para Puerto Rico son del pueblo de Puerto Rico. Debemos saber, tenemos que saber, cómo se va a utilizar ese dinero y si se respetaron los acuerdos que los implica.
Yo no soy política. No quiero, ni aspiro, ni creo que he sido lo suficientenmente mala en este mundo como para pagar mi karma con un puesto político. Yo soy una escritora. Para mí, un escritor no es un militante político por obra y gracia de su escritura, No es un oráculo de Delfos que le dice al mundo qué hacer. Hubo momentos en que sí, en que los orígenes de las naciones necesitaron intelectuales, apalabradores, cabecillas, comunicadores que crearan una identidad (patriótica- nacional) un sistema que la reforzara (periódicos, libros, escuelas, la DIVEDCO) y un discurso entero que creara adherencias. Y miran lo que pasó con el proyecto.. un siglo de guerras.
Martí, Hostos, Betances o los otros santos varones hijos de hacendados del siglo XIX no pueden ser, no son, los modelos de mi quehacer literario ni cuidadano. Ni siquiera lo es mi amado Albizu. Ni la más alta de todas- Julia de Burgos, puede ser referente asumido sin crítica.
Sin la crítica básica de que aquellos eran otros tiempos.
Estos me dejan perpleja.
Sigo viendo un gobierno dividido en que un gobernador electo por mayoría inapelable no impide los abusos de poder de sus subalternos. Porque Rivera Schatz , Rodriguez Gema, el Superintendente de la Policía , la Junta de Síndicos son subalternos del gobernador Luis Fortuño. Permite que le tranquen presupuestos, permite que se cierren las puertas del Capitolio a la prensa. Permite que se emplee la fuerza de choque contra estudiantes y profesores, cuando fue él mismo el que ordenó que se impusiera el diálgo para resolver los problemas de la universidad. Creo que el pueblo de Puerto Rico necesita que el gobernador imponga los criterios de su mandato. ¿Qué va a perder? ¿Las próximas elecciones? ¿La presidencia de su partido? So be it.
¿Pero qué fácil es pedir que otro haga lo que tú no te arteves a hacer, a Mayra?
No quiero perder el respeto de mis estudiantes, por los que he dado alma, vida y corazón. Pero los conozco bien. Se de su pasión, de sus ganas de que este país sea diferente, AHORA, no dentro de veinte, cincuenta años, sino AHORA. Además entiendo su profunda desconfianza de la autoridad. Puedo verlos gritándole insultos a los guardias. Y puedo ver la justicia de sus reclamos. Sólo que creo es insostenible el pedir que no haya sanciones y provocarlas a la vez. Además, a veces sospecho que dentro del movimiento estudiantil hay gente de no sé qué bando, utilizando su lucha para otros fines. Pero no tengo pruebas. Tan sólo sospechas. Pueden ser paranoias mías.
No quiero dejar de rendirle respetos a los trabajadores que pelean por sus derechos. Cuestiono, a veces, sus estrategias, sus políticas de no evaluación de trabajadores (en particular y singular) que se amparan en acuerdos sindicales y en el dictum unional de igualdad de condiciones para todos los trabajadores- para no hacer el trabajo que les corresponde, para no cumplir con sus deberes, para no mejorar índices de desempeño, para no reposicionar empleados que duplican tareas, para no despedir a empleados de bajo rendimiento.. Pero conozco PERSONALMENTE a compañeros de la Hermandad de Trabajadores No Docentes, a miles de maestros de la Asociación de Maestros. Trabajamos juntos en el Festival de la Palabra. Me ofrecieron su tiempo y recursos de los sindicatos para llevar a cabo la actividad. Veo cómo trabajan fuera de sus horas de empleo, sin retribución, echando el resto. Conozco y tengo la gracia de gozar de la amistad de miembros de la Unión de Tronquistas, del Consejo General de Trabajadores, de tantos otros sindicatos y sé de su formación, verticalidad y compromiso con Puerto Rico. Y creo fundamentalmente en el derecho al trabajo, a la justa retribución monetaria por ellos y a la aportación patronal en servicios necesarios, como plan médico, retiro, etc.
Creo que hay que alzar la matrícula, pero también creo que hay que DETENER el que haya profesores, decanos, asesores que cobran hasta 250,000 dólares al año, con ayudantes que cobran hasta 80,000 dólares porque se les paga desde distintas cuentas. Mientras tanto, profesores sin plaza trabajan como inmigrantes ilegales sin ninguna seguridad de trabajo ni ningun beneficio año tras año tras año.
No quiero dejar de respetar sus voces de alerta, el valioso trabajo intelectual, los espacios culturales ganados a fuerza de sudor, persecusión y sangre de los escritores, pintores, intelectuales que me antecedieron. Pero tampoco puedo permanecer muda ante la etiquetación amenazante de escritores por parte de otros que, por razones tan complejas que no puedo ni siquiera comezar a esbozar aquí, intentan desacreditar la labor de sus compañeros porque hacemos las cosas de manera diferente, creemos en otras formas de acción cultural, o somos y respondemos simplemente a otros tiempos y a otros paradigmas.
No quiero perder lo ganado, ni las hermosas complicidades fraguadas con gente del gobierno de Fortuño (hay gente fabulosa allá adentro) que me ha ayudado a hacer posible el Festival e la Palabra- ese sueño hecho realidad que ahora me impone el reto de la continuidad.
Pero tampoco quiero perder mi derecho a la palabra crítica y autocrítica, ni mi profunda fe en el diálogo abierto, inclusivo, íntegro, ni en la posibilidad de que algún día podamos al fin concebir y practicar una democracia verdadera.
Es decir que tengo que correrme el riesgo de decir lo que pienso. Si pierdo todo lo anterior, so be it.
Las pasadas reacciones del gobierno son erradas, inaceptables. La Universidad requiere y necesita una verdadera autonomía para poder funcionar. Las puertas del Capitolio no pueden cerrarse al pueblo de Puerto Rico. La provocación gubernamental es real y tiene consecuencias nefastas. Esa es la verdad.
También es la verdad que sindicatos de trabajadores, estudiantes y profsores tenemos , en serio, que reevaluarnos, sacarnos entre nosotros mismos los trapos sucios, identificar problemas y soluciones para no quedar desacreditados como los que critican al gobierno pero repitn sus abusos de poder, su corrupción, sus política confrontativa, sus malos manejos, su violación del derecho inclusivo de la diferencia dentro de la democracia.
No sé… Tal vez sea más fácil decirlo que hacerlo. Sé cuales son las consecuencias de los actos (aún los de buena fe) y las consecuencias de las palabras. Creo que es hora, autocríticamente, debo asumir dichas consecuencias.