Atila, guerra
alita, por inversión, paz
(pero con vuelo)
del huno al hotro
intercalo una red, un puente, un tronco
es decir: Tiendo (o entiendo)
voy y vengo para salir,
mis armas que me asistan.
Para venir
me basta la sonrisa
(de "La sílaba en la piel", José M. Lima)
José Maria Lima siempre fue poeta para poetas. Profesor de Matemáticas, escritor de poesía de corte filosófico. Su obra ha sido conocida en gran parte por los esfuerzos difusores y editoriales de Joserramón (Ché) Meléndez y su editorial Quehase. Su libro poesía recogida "La sílaba en la piel" reúne sus poemas más terribles, los que juega con el ajedrez, los que cantan a la experiencia de ser humano, los que trabajan los temas de la muerte y el tiempo, de la persecusión y la fe en el mañana liberador. Hoy me entero de que José María Lima ha muerto. Busco en internet y no existe una sola foto suya, ni de las portadas de su libro, no hay páginas en donde aparezca su obra, no hay manera de conocerlo , de accesar su conocimiento preclaro , su obra magnífica. Esto me lleva a pensar en el problema del quehacer literario en nuestro país. ¿Por qué tanto borrón y cuenta nueav? ¿Es, como el mismo Lima argumentaba, por causa de nuestro estatus colonial, que ha evitado alentar instituciones nativas que difundan, internacionalicen, nacionalicen y promuevan la literatura del patio? Pero ahí está el Ateneo, que ha hecho su trabajo, el Instituto de Cultura, que también lo hace. ¿Lo hacen? ¿Por qué no crece su radio de influencias? ¿Es por culpa de este ánimo que nos parte por la mitad, por nuestras batallas internas que evitan que, a falta de instituciones estatales, los escritores nos acerquemos y esbocemos un plan de acción común? Puede ser. Pero yo sé de países con odios gremiales más profundos que los nuestros, donde escritores de una facción u otra se sacan las madres y se revientan en público con una crueldad mayor que la que se ejerce aquí? Entonces, ¿qué es lo que nos pasa? ¿Por qué esta vocación de tan mirarnos el ombligo, de no promover aquí y afuera los logros, las verdaderas hazañas que logramos construir contra viento y marea? ¿Por qué no logramos ampliar nuestro radio de influencias, que nuestra literatura se lea en nuestras escuelas, se estudie a fondo en nuestros programas universitarios, se conozca en donde sea? ¿Acaso esa no es otra amanera de hacer país, otra manera de liberarnos de los yugos que nos aquejan?
José María Lima, poeta filosófico a la altura de un Juan Gelmán (Príncipe de Asturias el año pasado), de una Olga Orozco, un José Emilio Pacheco, ha muerto. Habrá que ver si la Editorial de la UPR o la del Instituto o alguna otra saca una edición de su "Silaba en la piel" y de otros poemarios que sé, los he visto y leído, quedan inéditos. Habrá que ver si se convocan premios literarios en su honor. El Premio de Poesía Puertorriqueña José María Lima. Es tan sólo añadir su nombre a algunos premios literarios que se otorgan. No nos cuesta nada y , de paso, pagamos una deuda a un autor que por décadas alzo el nivel de nuestra conciencia, de nuestra sensibilidad y de nuesto pensamiento colectivo.
Habrá que ver, también, si la obra poética de Lima poemas , junto con la de otros, pueden figurar en una biblioteca virtual de autores puertorriqueños. A fin de cuentas, el internet facilita accesos que las visas, los poderes políticos y los flujos viajeros han minimizado hasta este momento.
Que no se nos vaya otro poeta sin hacerle honor. Ya partieron Angelamaría Dávila, Pedro Pietri, Ed Vega Yunqué y tantos otros sin que se le rindieran los tributos que se merecían. Que no se siga diciendo por ahí que a los boricuas no nos interesa nuestra cultura. No es cierto. Lo único que tenemos que hacer es aprovechar lo que la vida, y la muerte nos otorga; la pena de ver partir a un hermano, la gratitud que le debemos por habernos legado su palabra.