domingo, 23 de septiembre de 2007

La Mancha Humana



En el Caribe hispano no somos muy propensos a leer literatura estadounidense actual. Corrijo, en Puerto Rico no lo somos. Quizás sea la proximidad geográfica, la historia colonial o el resistencia al (inevitable) asimilismo cultural. Si bien nuestra relación económica y política pueda ser "llevadera" (somos una colonia muy civilizada, sólo ocasionalmente se meten los del FBI a arrestar o a asesinar detractores del Gran Plan), la relación cultural con E.U. deja mucho qué desear. Conocemos a los escritores boricuas "del lado de allá", a alguno que otro chicano, pero, para la mayoría de los lectores puertorriqueños, los escritores "mainstream gringos" no existen. Son tan inasibles como el "sueño americano"; tan lejanos como un episodio de reality show de MTV en Las Vegas. No los entendemos.

Es la clásica historia del "tan cerca, pero tan lejos..."

Sin embargo, existen unas joyas del pensamiento literario gringo que calan hondo cuando un lector ávido y comprometido (digamos yo) vence sus resistencias iniciales hacia la litertura gringa contemporánea. Joyas como "La mancha humana" (Santillana, 2005) (The Human Stain- 2000) de Phillip Roth. Este insigne escritor judío-americano, el más galardonado de su generación, ha escrito 24 novelas en sus setenta y pico de años. Y sigue produciendo. Cada novela es una sorpresa, dicen los críticos. Esta narra la historia del profesor de literatura clásica Coleman Silk y su affair con una mujer de 34 años. Este affair lo lleva a la muerte. Pero su tragedia comenzó mucho antes que su affair. Comenzó cuando el profesor , siendo un muchacho de 26 años, boxeador amateur y estudiante de literatura decide ocultarle a todos su verdadera identidad - era negro.

Coleman Silk se hace pasar por "judío" y así accede a algo imposible en la época que Roth ausculta- la era de Clinton y del "political correcteness". A través de esa mentira, Coleman Silk accede a la individualidad.

En palabras de Roth:

"... pero sólo mediante esta prueba, él puede ser el hombre que ha decidido ser,separado inalterablemente de lo que recibió al nacer, libre para luchar por ser libre como cualquier persona desearía ser libre."

y más tarde: "Coleman consideraba esa actitud como un culto a los antepasados. Respetar el pasado era una cosa: la idolatría que constituye el culto a los antepasados era otra. Al diablo con esa clase de prisión."

La novela usa como telón de fondo el caso Mónica Lewinsky y hace referencias constantes a la tragedia griega. Con eso logra superponer varias capas de densidad narrativa que atrapan al lector. Pero lo que verdaderamente me mató de la novela , lo que me conmovió terriblemente es esta reflexión acerca de la individualidad. Individualidad como tragedia, individualidad como producto de una gran tragedia y a la vez como sueño inasible parra algunos, como privilegio de pocos. Como mujer negra, boricua, nativa de la era de la identidad, la libertad que ansiaba Coleman Silk me parece tan extraña y a la vez, tan cercana. Es una libertad con la que no me he atrevido a soñar en serio- con esa libertad suprema ser persona, más allá de la raza, de las etnias, del género, de a nacionalidad. ¿Se podrá en serio ser libre así? ¿No habrá que cometer el gran acto de la mentira de hacerse pasar por otro? ¿O tan sólo haciéndose pasar por un "miembro del mainstream" es como se puede acceder a la más absoluta libertad?

No lo sé, la verdad que no lo sé. En mi caso, soy demasiado oscura para proponérmelo como opción. Me quedo con la mancha.