jueves, 8 de noviembre de 2007

REFLEXION SOBRE LA TOLERANCIA

Y hablando de tolerancia: el escritor y periodista Mario Santana-Ortiz me envía esta reflexión. La comparto íntegra con ustedes.


Acabo de ver “To Die in Jerusalem”, un documental de la cadena HBO que me conmovió. Dos jóvenes de 18 años, una palestina y otra israelí; una, la palestina, que se inmola en un ataque suicida en un supermercado, y la otra, la israelí, que había ido de compras sin saber que le esperaba la mala hora. En realidad, lo que salva al documental de los lugares comunes de la discusión sobre el conflicto palestino-israelí es el final: el encuentro, tan personal como lo permite un sistema de circuito cerrado, de las madres de las jovencitas. Dos discursos, dos visiones, dos interpretaciones, dos lenguajes casi paralelos, cuyo único punto de encuentro era la aceptación de la madre palestina de que la madre israelí era víctima. Lo demás fue desencuentro. La madre palestina que insistía que para entender la acción de su hija hay que entender la ocupación de Israel, la vida en un campo de refugiados. La madre israelí que reclamaba dejar la política a un lado y hablar del hecho básico de que la acción de la jovencita palestina causó la muerte de la suya.
¿Siempre es posible –es decir, en cualquier circunstancia- ser tolerante? A pesar de lo mucho que valoro la tolerancia como forma de vida, a pesar de que creo que la tolerancia es una forma de vida superior, de la misma manera admito que hay circunstancias cuya consecuencia natural es el conflicto.
Para que haya tolerancia cada una de las partes llamadas a tolerarse tiene que tener por lo menos la posibilidad de una vida digna. Quien se siente víctima de una opresión difícilmente pueda ver dignidad o humanidad en su opresor. No se trata aquí de si la reacción del oprimido es o no justa o justificable: De si es justo o no que la jovencita israelí haya muerto a manos de una coetánea palestina que escondía explosivos para explotarlos con la intención de causar daño a otras personas y a sí misma. O de si es justo o no que una persona que se ve a sí misma como marginada cause daño al que disfruta de los privilegios que el marginado siente que a él le han negado.
Quien se siente víctima difícilmente puede ver en el otro su propio reflejo.
Eso no quiere decir que todo acto de violencia de quien se siente víctima u oprimido está justificado. Tampoco quiere decir que todo el que se vea a sí mismo victimizado, oprimido o marginalizado tiene razón de verse o sentirse de esa manera. Lo único que planteo es que para tolerar hay que tener al menos la capacidad de una vida digna.

Teme a tu prójimo como a tí mismo


La tolerancia como fenómeno social y como ideología dominante es la clave del multiculturalismo. Si vivimos en un mundo globalizado, es decir, en un mundo que integra gente de todas partes y de sistemas culturales distintos y a veces encontrados, la tolerancia es fundamental. De hecho, la tolerancia se ha convertido en palabra dominante de todo discurso multiculturalista. Hasta yo la recito. Pero ¿fuera de repetirla, se practica?¿La practico?

Zizec dice que no. En una conferencia reciente sobre inmigración dictada por el eslovenio en el Círculo de Bellas Artes, el filósofo argumenta que hay que temer del prójimo como de uno mismo.

"No es un consejo; es una descripción de la verdadera ideología dominante. Hay dos palabras fetiche: tolerancia y agresión. ¿Pero qué significan en realidad? Agresión significa aproximarse demasiado. Por eso Occidente ejerce la tolerancia a distancia, virtualmente. Somos solidarios con los africanos en África, no con los de nuestro barrio".

Para Zizek, el ejemplo máximo de esa ideología es EE UU. Allí, dice, todo puede ser una agresión: "Tocar a alguien, mirarlo demasiado... Igual que queremos pasteles sin azúcar queremos a un prójimo descafeinado. En California la gran moda es un invento llamado Mastubatón: 400 personas se masturban en un lugar público, pero no tienen derecho a tocarse. La entrada cuesta 20 dólares y, por supuesto, el dinero se destina a una obra de caridad. Esa lógica masturbatoria es la que rige hoy las relaciones sociales. Vivimos en un solipsismo colectivo. Eso es también Internet: todos conectados pero todos aislados".


Si nuestras relaciones sociales van camino a funcionar como un gran solipsismo masturbatorio, ¿qué se esconde del otro lado del deseo? ¿No nos pasará como en las películas porno sado-masocas, que, a mayor distanciamiento humano, mayor voluntad de usar, consumir, agredir, de vertir sangre? La soledad masturbatoria se goza ante la sexualización de la destrucción del prójimo como manera preferencial de lograr un contacto. ¿Nos estará pasando eso?

Lo que sí: ya la "tolerancia" ha desplazado a la "desigualdad " como catch-phrase ideológica del momento. No existen oprimidos, existen "diferentes". No existen clases, existen "culturas". Debajo de "la tolerancia" ¿no se estará dando rienda suelta a la violencia como expresión del deseo como contacto? ?A la opresión como goce? Hegel y su dialéctica del amo y del esclavo- ¿no estará vivito y coleando entre nosotros?

Está vivo en Zizec.