blog de la escritora puertorriqueña Mayra Santos-Febres. Contiene textos editados e inéditos, comentarios y datos personales
viernes, 1 de febrero de 2008
Mosaico Sobrepaños- Exposición de Santiago Flores Charneco- Cuartel de Ballajá, 5 de marzo 2008
Santiago Flores Charneco: Mosaico sobrepaños
Museo Ballajá: martes 5 de marzo
de 2008
Siempre lo he dicho, para cólera de algunos de mis amigos pintores- los artistas visuales no saben hablar- saben mirar. Esta aseveración es definitiva y absolutamente cierta. Se cumple con Picasso- que no hablaba sino con pincel en mano. Se cumple con José Morales, el maestro de la plástica puertorriqueña. Se cumple también con Santiago Flores Charneco. No hay que hacer más que mirar sus obras para darse cuenta de la callada sabiduría que las informa. Santiago Flores Charneco sabe mirar. Sabe (lo que es más asombroso) mirar el Caribe desde adentro.
Nunca supe, hasta el otro día, que este artista visual es oriundo de Mayagüez, del barrio Trastalleres, cerca de las atuneras. Tampoco que su conocimiento del arte moderno es tan profundo ni tan comprometido. Nunca supe de mucho de su potente y callada obra, por que es que Chago no habla. Nunca dice nada acerca de lo que pinta, ni de lo mucho que estudia ni de cómo trabaja. Te dice "ven, mira" y una va, y mira el portento de su obra, si tiene la dicha, la suerte de parársele alfrente.
Santiago Flores Charneco tiene una maestría en Artes Visuales de la Academia San Carlos de México del 2001. Desde el 1992 presenta exposiciones colectivas e individuales. Algunas de ellas son “Vegigante en la cuidad” (1992), “Sobrepaños” (1996), “Entretelas” y “Muestra de Arte Nacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña” (1999, 2000, 2003, 2004). Dos piezas suyas recibieron premio en España: Ráfagas de huracán, y Sobrepaños II. Ambas pinturas pasaron a la colección permanente de Unicaja, una entidad bancaria de Málaga.
Primero ví sus dibujos en papel. En ellos siempre utilizó los altos contrastes del blanco y del negro y luego un rojo o naranja de los hilos, siempre hilos, cosiendo una fragmentación. Porque, desde siempre (o al menos, desde que conozco su trabajo, hace ya más de diez años) Chago corta sus dibujos, los secciona en cuadritos que luego cose, como si fueran una extraña bandera neo primitiva y a la vez hipermoderna. Sus dibujos me hacen recordar los batiks hechos en papel o en tela, con los picos agudos de las tallas del Caribe y de Africa. Santiago corta y recompone en sus dibujos esas mismas figuras abstractas que Picasso copió del arte africano de Benin o de las tallas tuaregs o wolof.. Ahí estan ellas, las dispóricas, viajando desde el Caribe y Africa hacia Europa y ahora de nuevo hasta el Caribe, retomadas y recompuestas por el ojo de Santiago. Con su abstracto recompuesto, Santiago convierte en un enigma los trazos de la tinta sobre el papel, o mejor dicho, sobre la superficie que aloja los pigmentos. Este canvas o papel de repente parece cosa viva, cosa sagrada que remite a multiples contextos, cosa híbirda y multicultural, cosa caníbal. Caribe.
Ahora Santiago Flores Charneco anuncia una nueva exposición : “Mosaico sobrepaños”. Abrirá el 5 de marzo en el Cuartel de Ballajá. Tuve la suerte de ver algunas de las piezas que compondrán su exposición. Pasé por su atellier en el casco del Viejo San Juan. No tengo que contar las odiseas que pasé para entrar ni para encontrar parking. Pero ví las pinturas de Chago. Las ví. Toda odisea valió la pena.
Los trazos y costuras de Flores Charneco se reconvirten en arte más madura que juega con las luminosidades del fuego- color y luz. Aquellos brochazos entre lo abstracto y lo figurativo evolucionan frente a los ojos. Santiago Flores siempre fragmenta y cose lo que pinta, pero ahora también está "pegando". Se apartaba del referente de las banderas del voudoum y de los batiks caribeños. Sus trabajos se liberaban de la costura para experimentar con la fragmentación casi en pixeles de campos de color. Así, sin los hilos conductores de lo artesanal, Chago crea extraños mapas que se mueven frente a los ojos y que dejan ver mundos inexistentes pero con entradas y salidas, mapas aéreos de composiciones improbables- regiones sobre la faz de la tierra. Parada allí, frente a las telas, ví un mundo, una cuidad, unos lugares que tan sólo existen en la imaginación de un hombre que habita, respira y vive honestamente sobre este planeta- la imaginación de un artista caribeño del siglo XXI que es a la vez un hombre que mira y calla. Está bien ser ambas cosas- ese artesano, artista, específicamente boricua, de Trastalleres y del Caribe y a la vez un ser universalmente de su especie. No sé si me explico. No intento explicarme. Tan sólo intento traducir lo que vi
Pero ví más, ví el milagro. Escondidas en la cocina, en el salón final del pequeñísimo apartamento que Chago comparte con su compañero de años, ví unas piezas de medio mixto que me dejaron sin habla. Por un instante fui pintor- sólo pude mirar. Sólo pude sobrecogerme ante el asombro. "Estas son piezas viejas que empecé a trabajar después que vi una exposición de banderas del vodum haitiano allá en México", Santiago me dijo. Qué irónico, pensé, toparse con el arte de la isla de al lado allá tan lejos. Pero así funciona el Caribe, así ha funcionado siempre- desde lo diaspórico y distendido.
Yo las ví, las ví.
Esas piezas son como un milagro. Hacía tiempo que una obra de arte contemporáneo boricua no me conmocionaba tanto. No me hacía decirme por lo bajo- "ves, no hay que dejarse atrás para conversar con lo infinito;". Eso fue lo que me dejaron ver aquellos canvases- lo carnavalesco antillano, el puntillismo expresionista, la fragmentación moderna de los pintores abstractos de los años 40 y 50 de los Estados Unidos, Africa y el Caribe, a Wifredo Lam y Picasso … y Chago.
Usando la consabida fragmentación que lo destaca, Santiago Flores Charneco ha usado cientos de miles de lentejueas de color para dibujar figuras abstractas sobre la tela. Es decir, que Chago escondió los hilos, las costuras, para ahora coser desde abajo. Y cosió, que si cosió. Toda su pintura es un cosido de convergencias. En Santiago y en lo que él pinta todo converge- lo artesanal primitivista y los pixeles megavirtuales de la computación; el serio estudio del puntillismo desde Europa (impresionismo) y el de su región sobre el planeta(máscaras de vegigantes). En su se da un Caribe hipermoderno; un Caribe liberado del folclore; esa cosa eterna y muda y misteriosa desde una coordenada, a la vez actual y eterna. Sí, eso ví, le vi la imaginación a un artista que, sin dejar de ser lo que es, traspasa los umbrales hacia lo global.
Ví también el milagro que logra la honestidad artística.
Quedo agradecida por el regalo.
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