Cuando leí "Fragmentos de una vida (Una educación nada sentimental) de Sybille Bedford, había olvidado de qué se trataba "La educación sentimental" de Gustave Flaubert. Tampoco recordé mucho sobre la insigne novela cuando me dispuse a leer "Confesiones de un burgués" del escritor húngaro Sándor Márai. Pero una novela me llevó a otra y luego a la otra. Es decir, que Bedford me llevó a Márai, que luego me llevó a Flaubert. Es cierto lo que dice Arturo Pérez-Reverte en su más reciente entrevista para Babelia por Guillermo Altares- "un libro es verdaderamente valioso cuando te lleva a otro".
Ahora veo la conversación entre este enramado de libros. El de Flaubert explica el nacimiento de la burgesía moderna en el 1840 en Fracia. Los hechos históricos son lo de menos. Tampoco la novela brilla por su trama narrativa. Lo fabuloso de "La educación sentimental" es el vistazo que Flaubert le da al clima emocional de una época- a cómo se fueron fraguando los gustos, el erotismo, las modas, las amistades, los pequeños rituales y las pequeñas traiciones de la vida cotidiana del París del 1840.
Sin embargo, la primera vez que la leí, olvidé la novela. Era joven, indocumentada, universitaria y estaba empeñada en conocer una tradición cultural que sentía me habían ocultado Para esos entonces me dedicaba a leer literatura caribeña y africana. Me hice toda una experta. Ama Ata Aidoo, Tsitsi Dangaremba, Wole Soyinka, Mariama Ba, toda la literatura afro-americana, afro-latinoamericana, caribeña en cuatro idiomas...
Me la conozco al dedillo. Yo y cuatro especialistas más.
Ahora, para mi sorpresa, siento una verdadera urgencia de releer clásicos europeos. Me ayuda la aparición de esta otra perspectiva que presentan Márai y Bedford- la perspectiva novelada de la caída de esa burguesía, de su desgarre. El húngaro Márai recoge como nadie el clima emocional en el cual vive un señorito húngaro en París de entre guerras, justo antes de la subida del fascismo. Antisemitismo, exilio, esa relación entre fascinada y aplastante por probarse civilizado en la cuna de la Cultura Occidental Moderna, el constante miedo a ser tomado por salvaje, por negro. Por otra parte, Bedford narra exactamente la misma historia, pero desde la perspectiva de una hija de la última aristocracia alemana. 1926, presencia de Mussolini. Billy y su madre adicta a la heroína se instalan en Sanary -sur-le mer en una colonia de artistas. Entonces Billy Bedford nos narra cómo se fue convirtiendo en una escritora.
El hecho de que tanto "Fragmentos de una vida" como "Confesiones de un burgués" sean biografías noveladas revela otro tanto frente a "La educación sentimental". El amor imposible entre Frederic Moreau y Marie Arnoux se nutrió del amor imposible entre Flaubert y Elisa Schlesinger. Vida y ficción se mezclan de tal modo en las tres novelas que ponen a una a pensar en la validez y pertinencia de la ficción pura y dura en estos tiempos.
Es eso finalmente lo que me seduce de estos tres libros... la manera en que ahora los leo desde un cambio de paradigmas.
Increíble... Al apuntalarse en la idea del "individuo" y del "derecho a la intimidad", la burguesía termina ensalzando la vida privada como espectáculo "sentimental"/artístico, como un tipo de "revelación de una verdad". Ahora que hemos llevado a un extremo la puesta en escena de la intimidad (a través de blogs y de myspace y facebook, etc.), me pregunto si no será que todos ya somos post, o trans o hiperburgueses? ¿No será que el consumo y la necesidad de que nuestra intimidad nos revele "algo" van borrando las diferencias?
Pero entonces pienso: no, aún queda gente invisible, gentes, culturas y literaturas que no tienen rostro, ni intimidad, que no tienen visibilidad, millones de personas sin acceso a agua potable, a educación, a techo.¿De qué putas estoy hablando?
Entonces vuelvo a mis libros y a esta batalla que libran el amor y el odio por la Cultura y la violencia que ella desata.
Respiro profundo y paso las páginas.
Tengo que admitirlo- de todas maneras me fascinan Bedford vs Flaubert vs Márai.
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