lunes, 4 de mayo de 2009

CUERPO Y CULTURA DE CHUCO QUINTERO

CUERPO Y CULTURA


Parte 1: Apuntes desde el Extremo Occidente: lo negro , lo salvaje, el horror.

Cuando Chuco Quintero me pidió que presentara su libro, “Cuerpo y cultura” acepté gustosa. Las razones para el regusto eran y son varias: una, sé lo bien que baila Chuco y lo mucho que ama la músca. Aunque no lo crean, esto supone un asunto ético a valorar, porque ya viene resuelto, no tan sólo en “Cuerpo” sino también en Cultura. No tendría que enfrentarme a la sempiterna separación entre “sujeto experto” y “objeto de estudio”; esos discursos desintegrados que plantean el conocimiento como distanciamiento objetivo y como producto de un trascender de lo subjetivo que accede a la “Verdad”. No tendría que leerme un libro sobre un tema que se vuelve inasible, impenetrable por el uso de un lenguaje “especializado” que trasmuta a la pasión por el conocimiento un árido problema estructural. Sabía que “Cuerpo y cultura” : las músicas mulatas y la sublevaci´øn del baile” iba a ofrecer una lectura difícil, pero deleitosa. En fin, sabía que, sin sacrificar rigor, ni expertise en la materia, iba a encontrar otro tipo de estudio, más hermano, más humano; que, además podría en tela de juicio el proceso mismo de aprender y aprehender.

La segunda razón por la cual complae hablarles de ‘Cuerpo y cultura” es porque al fin voy a poder pagar una deuda antigua. Chuco fue referencia obligada para mi escritura de novelas; sobretodo para “Nuestra Señora de la Noche”. Sin su estudio acerca de la religiosidad popular y el culto a los Reyes Magos y a las vírgenes- sobretodo a la Virgen Negra de Nuestra Señora de la Providencia, mi novela no hubiese recorrido el trecho quer ecorrió. Esa deuda se sigue ensanchando ahora, ya que acabo de terminar una novela corta acerca del cuerpo, el eros y la esclavitud. Otra vez queda , Chuco me sirve de referencia obligada. Reafirma sospechas, intuiciones producto de observaciónes que carecían de sistema analítico. De hecho, este libro que presentmos hoy me hizo correr a la editorial que edita la novela para pedirles por favor que me permitieran añadir un epígrafe antes de que el manuscrito que saliera a imprenta. Obviamente ese epígrafe proviene de “Cuerpo y cultura: las múscas mestizas y la sublevación de l baile”.; en específico del capítulo Baile y cuidadanía. Reza así:

…porque las ansias libertarias frente a la eclavitud arrastran, necesariamente, la tara o presencia de un recuerdo; siendo una historia económica que ha quedad marcada somáticamente, donde las historias se llevan en la piel… (p.52)


Pero la tercera razón por la cual accedí a venir, la razón de más peso, es porque Cuerpo y cultura es, al fin, alfin, albricias, un texto que yo venía esperando; ese texto necesario que se sitúa en franco y amoroso combate contra el eurocentrismo de la crítica cultural. Cierto es que el estudio del Chuco Quientero trata sobre la música y sobre el baile. Pero eso solo tan sólo una de sus múltiples propuestas . Cuerpo y cultura es sobretodo una profunda reflexi´øn acerca del eurocentrismo y de cómo este ha dirigido los estudios y la organización actual del saber mundo, como dicho eusocentrismo ha organizado toda una cosmovisión y ha relegado el saber afrodiasporico al guetto de “lo vulgar”, de lo salvaje, de lo puramente “corpóreo y pre-lingüístico sin notar apenas las contribuciones que las culturas afrodiaspóricas le ofrecen al mundo.

Cuerpo y Cultura”:las múscas mulatas y la sublevación del baile, se compone de cinco partes fundamentales: un prefacio, un prólogo de Aníbal Quijano y tres secciónes analíticas. Estas son: Paseo, Merengue y Jaleo. La tercera de estas partes lleva un sutítulo larguísimo: Polirritmo a tres tiempos ¿cruzados? Para entrar en uno, en dos… y en contratiempo (tres) a la ssalsera investigación concreta (científica y poética) del baile sincopado. El juego que propone este subtítulo lleno de humor y oralidad , recoge la propuesta de Chuco. La investigación cultural no tiene que ser árida, ni tomarse tan en serio. Puede también accesar a lo lúdico, a lo poético, a lo popular. Son estas áreas subvaloradas del conocimiento lo que completan la cosmovisión que el eurocentrismo iluminista e ilustrado de la edad moderna deja afuera. Es una investigación que busca integrar esa otra tradición ded saberes que quedan fuera de los discursos oficiales y que por ello enriquece la conversación acerca de lo que es el Caribe y de cómo opera.

Esta secci´øn tercera se divide en tres “repiqueteos”: El priemro: del “Merengue a la Danza”; discute los orígenes sociales del baile en pareja en el Caribe. El segundo “repiqueteo” se centra en la discusión del “Saoco o el swing del soneo del Sonero Mayor”: Ismael Rivera. El tercer repiqueteo se centra en la salsa, la migración y la globalización y discute las luchas por la hegemonía de la cultura. El trabajo integrador de Chuco Quintero nos propone una mirada culturalmente específica a la historia social del Caribe. Dicha mirada panóptica discute las historias de la esclavitud, lamodernización y la migración y el neoliberalismo globalizante desde la música y el baile, ofreciéndonos así la otra perspectiva que sistemáticamente ha sido obviada de estas discusiones y recuentos históricos. La especificidad caribeña afrodiaspórica y mulata plantea la nuestra historia no como una “desviación” de los modelos “normales”, es decir, europeos, civilizados y modeernos. No se nos describe, entonces, como territorios rezagados al proceso de la Industrialización y el progrso racionalista. En cambio, nuestros procesos históricos son analizados a la luz de los sistemas de resistencia que se anclan en la cultura de la música y el baile. Y la música y el baile se ven como depósitos d un conocimieto y una manera de relacionarse con el mudno que se distancian de la separación cuerpo- mente , sistema base de las organizaciones del capital, de la modernización y del centralismo de la cultura eurocéntrica. Monoteísmo. Chuco critica la visión monotéica, la centralización trascendentalista que organiza el saber eurocéntrico. Esta, me parece a mí que es una de las mayores contribuciones de este libro a la comunidad de intelectuales que queremos situarnos en los márgenes de esta cosmovisión. Yo, personalemente no quiero perder la oprotunidad de agradecer dicho trabajo crítico.

Porque en realidad, este nódulo temático es el punto fundamental contra el cual batallamos todos los que creemos en una producción teórica, crítica y artística de corte radicalmente globlalizador- es decir, descentralizado. Sabiéndolo o no, todos entramos en la angustiosa contienda con la oposición binaria "mente- cuerpo" que se instauró en el pensamiento moderno desde la Ilustración y que viene del pensamiento cristiano y monoteísta de la "Iluminación". La illuminatio fue suplantada por los principios de lo Ilustrado, de lo Universal. Dios fue desplazado por la Raz´øn, Pero el paradigma monoteísta quedó intacto. Occidente aún no se aparta mucho de su paradigma generador. Por eso, los sistemas Occidentales de cultura no pueden dialogar con los sistemas "negros" de conocimiento, con, su arte, o su filosofía. Se apropian de esa cultura como se apropiaron una vez de los territorios y de los cuerpos, Desde el miedo de Kurtz en “El corazón de las tinieblas”. Gritan ¡the horror, the horror! Ante aquello que siguen percibiendo como una cultura de lo animal, de los apetitos , de la violencia y la destrucción imposible de contener, de trascender, de “modernizar”. Dejan que Africa y el Caribe se mueran de pobreza y de hambre ante la imposibilidad de aprehender su diferencia. Lo que pasa es que, en Occidente, y desde el centro mismo de su concepción del conocimiento irradia el impulso a encontrar una Verdad, un Principio Regulador. Los sistemas de pensamiento afro-céntricos no son monoteistas, no están centralizados, no privilegian la jerarquía, Son meas bien “reticulares” “nodales” como bien se˜ãlara el poeta y filósofo Martiniqués Edouard Glissant en su libro “Poetiques de la relation” o en su compliaciónd e ensayos “Discourse Caribeene” . Nombrar el principio regulador caribeño no puede hacerse sino desde el juego y rejuego con lo múltiple y lo repetitivo. Toda la tradición teórica caribeña apunta hacia esto: desde los ya superados conceptos de la creolización, transculturación o el contrapunteo hasta los más complejos discursos que trabajó Antonio Benite Rojo en su estudio fundamental recogido en “La isla que se repite”. Benítez Rojo nos regaló los conceptos de la repetición (como clave y a la vez como intensificaci´øn e improvisación) y de la identidad anclada en el cuerpo que se va moviendo “de cierta manera”. Chuco recoge estos conceptos y los ancla en un estudio más específico en tiempo y en espacio y por lo tanto enriquece los conceptos de Benítez Rojo que puedan parecer demasiado difusos (a niveles culturales) y un tanto ahistóricos.

Otro de los aportes magistrales de “Cuerpo y cultura” se centra en la crítica a la separación mente-cuerpo que late en el centro de la cultura Occidental. Chuco Quintero nos recuerda que los amos no juntaban a esclavos que hablaran el mismo idioma. Así se evitaban rebeliones y formaciones de focos de resistencia de difícil manejo tales como Palenque, en Colombia, o el Quilombo de Palmares en Brazil, naciones africanas que funcionaron por siglos y de manera independiente dentro del seno mismo de la Colonia. Aún así, esclavos y cimarrones encontraron otras formas de comunicación una comunicación no-verbal, enraizada en el cuerpo y en la míusca. Aprovecho para recordar yo que el uso letrado del lenguaje oficial- fuera este el español, el inglés, el portugués o el holandés estaba prohibid para los esclavos y la población negra. Eran cincuenta los latigazos que se ganaba aquel a quien cogieran escribiendo o portando manteriales impreso. Esto según el Código negro de Prim del 1804 y estipulaciones legales de la colonia española. El lenguaje – hablado o escrito- sigue siendo visto en el Caribe como trampa, como lujo, como posibilidad de traición y de castigo. El lenguaje- marca de humanidad, de racionalidad y a la vez, posibilidad de muerte y castigo corporal- queda inscrito en la memoria de los cuerpos. Desear ser como el Otro, acceder al conocimiento del Amo puee conducirte al cadalso, puede terminar haciéndote perder la piel. Ese latigazo del deseo. Por eso, la letra impresa pues no significa para nostros el simple y llano acceso al capital cultural o intelectual. El meguaje es también la memoria de un ultraje. La confinación del ser entero a los des-articulados predios del cuerpo y de lo primitivo. Desde ahí se nos controla mejor Desde ahí se mantiene un radio de influencia que nos convence de nuestra incapacidad para entrar en la casa de la Raz´øn.



Pero, volviendo al tema, si fuimos confinados al cuerpo desde ahí aprendimos a comunicarnos de nuevo. Los bailes de santo crearon nuevas casas ancestrales y nuevos sitemas de resistencia y de apoyo. La capoeira disfrazó de joda las minuciosas técnicas del arte de la guerra que trajeron a América los guerreros hausa, twi y bambara. El baile de bomba tradujo el movimiento corporal en lenguaje musical y comunicativo. Ustedes recordarán que dichos bailes fueron prohibidos en distintos momentos del siglo XVII Y XVIII para prevenir rebeliones de esclavos. El cuerpo se tuvo que volver lugar de resistencia , medio de comunicación y creación de nuevos sistemas de solidaridad.

Pero, uno de los aspectos más hermosos que trabaja el sociólogo Chuco Quintero en su libro que se titula "Cuerpo y cultura" es cómo ese cuerpo no dejó atrás a la sexualidad, ni la sensualidad como forma de afirmar la vida. El baile y su rejuego erótico se convirtió en el Caribe en una manera de recuperar el cuerpo. A fin de cuentas, si la esclavitud volvió ese cuerpo un patromonio del señor, el baile le mostró la ruta hacia el cimarronaje. Disfrutar del cuerpo en los ratos permitidos- bailar con él, meter mano duro y con quien a una le de la gana, caminar lento, moviendo las caderas, es reclamar ese cuerpo como propio. El uso sensual del cuerpo (, el reclamo de su valor de uso) no es entonces la marca de "la vulgaridad", no es "el horror" que Kurtz no pudo apalabrar. Es, en cambio, un reclamo de libertad. Para los europeos iluminados e ilustrados, el cuerpo siempre fue (y sigue siendo) el habitat del demonio, de lo irracional y de sus devoraciones . Es perderse en los instintos animales del hambre, la zingadiera, la muerte y la violencia. El horror occidental es covertirse en animal. Perder la razón, perder a Dios. Verse atrapador es una piel, en un cuerpo,y no poder transcenderlo. Pero, en el mundo afro- el cuepo es conocimiento, es lenguaje, es integración con la razón, el linaje, tiempo, espacio, memoria y continuidad). Y esto nos lo recuerda Chuco en “Cuerpo y cultura”.

Por un lado está el salvaje que baila alrededor del fuego, el salvaje que come y es comido, que habita en el predio del pre-lenguaje, de la sin-razón. Por otro lado, está el poseso que baila con un santo montado en la cabeza. En “Cuerpo y cultura” Chuco se detiene a ponderar ambas concepciones del “baile” negro. Discute cómo en los ritos de posesión yoruba lo que se pretende es romper con la linealidad del tiempo que crea la ilusión de la separación. En Africa los bailes religioses se hacía para afianzar autoridades, mostrar linajes . Recordemos que Changó fue un rey del Oyó de verdad, Oyá fue reina de la región del Niger. Es decir, que en tiempos anteriores a la trat a esclavista , los "hijos de Changó" que le bailaban a su padre lo hacían para que todos reconocieran su clan de procedencia. Al entrar la trata, se rompen esas linealidades, que se convierten en linajes simbólicos. Bailarle a Changó era utilizr u lenguaje al que no tenían acceso los amos, sí, pero además se convirtió en una manera de pelear por una identidad y por una menra de concebirla como tal. En "Guinée", en el Africa pre-esclavitud, , el yo se concebía como parte de un colectivo, como un continiuo.. La individualidad (aún en su acepción renascentista - como opocisión al sistema teocéntricio,) no funciona de esa manera en en el mundo Afro, y, me atrevo a argumentar que tampoco funciona así en el Caribe contemporáneoRecordemos que la Modernidad y los esfuerzos abolicionistas empiezan al mismo tiempo y descansan ambos sobre la concepción del Individuo y de sus derechos cuidanos. Pero, porque , debajo de esa concpeci´øn presiste la otra- la que se ancla en una concepción del cuerpo como lenguaje y resistencia, como lugar de encuentro con el conocimiento trascendental que es, a la vez, summa y fuerza. Persiste la visión del Yo como una varición, un soneo, un floreo sin perder la clave, el ritmo, ese latido del corazón, esa base sistemática . No puedes hacer solos (como en el jazz) sin el beat, o la clave ancestral. No eres nadie sin tus ancestros, sin la historia que llevas en la piel, sin la memoria, al menos arquetípica, que te sitúa en un contiuo. El yo es una variación del todo, no su oposición, sino una variación.

La posesión es ,sugiere Chuco, lograr, mediante un estado alterado de conciencia, romper las lineralidades de tiempo y el espacio y encontrarse con los ancestros- es decir, con el conocimiento. Es lograr un doblaje (folding) en el tiempo. Eso se hace mediante el cuerpo y su movimiento. En ese breve instante, el yo logra ser el Otro convertido en Arquetipo, es todos los yo que ese arquetipo ha reunido. Se accede entonces a todos esos conocimientos hechos carne, experiencia. El conocimiento, por tanto es relacional, es reticular, es un doblaje en el tiempo. Es una summa, acumulación y totalización por "folding". La linealidad excluyente del pensamiento occidental se rompe.

Por tanto, Chuco Quintero propone otra manera de conocer. Una manera que integra goce, roce y pensamiento. Una manera que custiona los estudio antropológicos sobre el Caribe y que a la vez recobra múltiples perspectivas enruqiecedoras las de Bela Bartok, John Blacking, uno de los pioneros de la ethnomusicología, la coreógrafa y estudiosa afroestadounidense Brenda Dixon Gottschild. Una manera que recombina la formación sistematizante y objetivizante de corte eurocéntrico con la corpórea, , musical y reticular vivida en el Caribe. No en blade, “Cuerpo y cultura” comienza con una recapitulación de la historia intelectual de Chuco Quintero. En ese prefacio espectacular, Chuco nos cuenta sus años como estudiante de sociología en la London School of Economics. Su estudios con Raymond William, Eric Hobsbawn y Stuart Hall. Y de cómo de ahí partió hacia el Caribe , integró sus conocimientos para llegar hasta este libro de teoría mulata, híbrida, cimarrona que hoy tenemos entre las manos.


Es para mí un honor presentar este libro. Ojalá los estudios literarios contaran con un crítico así de preclaroí, que supera leer en varias tradiciones y en varios lenguajes teóricos a la vez. Nos haría la vida mucho más fácil a los caribeños que escribimos literatura. Que, enfrentando el latigazo del deseo, intentamos traducir a palabras este otro lenguaje desde el cual se vive el Caribe; esta memoria llevada en la piel, el nombre de nuestra casa, y de nuestra utopía.

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