lunes, 10 de octubre de 2011

EL REINO DE LO REEMPLAZABLE

Relojes, celulares, tennis Nike, biblicletas, zapatos comprados por internet, ipads, kindles, gogo's,
camisetas, gorras, sortijas, cosas, cosas, cosas. La gente no me cree, pero para los más jóvenes
la "mercancía" los abruma. Ya las cosas no significan nada, o casi nada.

Para muestra, un botón.

Los otros días, en mi taller de poesía de la UPR, les pedí a mis pichones de poetas (!son unos genios, pero no se los digan!) que escribieran 5 haikús o 5 odas refiriéndose a 5 objetos que pare ellos fueran importantes. El juego me lo enseñó la amiga y poeta Chiara Merino, autora del libro "Criaturas gelatinosas". Es un buenísimo libro. Lo recomiendo.

Los poemas que salieron eran bastante flojos, cosa rara en mis pollitos versificadores. Cuando les pregunté por qué esa poesía tan rala, me contestaron

-"Profe, yo no tengo cosas. Es decir, son mías, pero no . Es que estamos acostumbrados a que todo es reemplazable"

Alcé las cejas en asombro. ¿Todo es reemplazable? Error. Horror. ¿Qué es eso? Ya estaba pensando cómo debatir tan terrible enunciación, tan errada cosmovisión, cuando decidí darle un segundo pienso a la cosa. Me callé la boca y decidí escuchar en vez de corregir, aprender en vez de guiar. He sido muchas cosas en esta vida, menos bruta. Sé reconocer sabiduría, venga de donde venga.

A mis alumnos les tocó aquel dia ser mis maestros. Escuché callada y atenta mientras ellos pensaban, sopesaban y argumentaban, a ver por qué las cosa no les tocaban los afectos. Volvían a hacer lista y nada. N o heredaron niingún reloj del abuelo. No guardaron ningún juguete de la infancia (que acaban de dejar atrás). Se han mudado tantas veces, de tantos pueblos, estados, casas, vecindarios que todo fue quedando en cajas olvidadas o basureros. Los ví tratar, realmente tratar de encontrar aquellas cinco cosas entrañables, sin éxito.

Mis alumnos tienen razón. Para ellos Todo ES REEMPLAZABLE. Hasta los afectos.

Esto es un cambio significativo que vale la pena pensar. Lo que quiero decir, es que, si este, como la mayoría de los países del 3er mundo, es un país de jóvenes; ya las cosas no significan nada para casi nadie.

Otro efecto de la sociedad de consumo. Uno consume no por necesidad, ni siquiera por lujo; sino por el consumo en sí. Todo muy hegeliano (pardon my french).

Yo, hasta el sol de hoy, guardé dos Muñecas Newborn babies negras, las primeras muñecas negras hechas por Mattel . Me las regalaron a la edad de los 8 años.
No quiero argumentar que de niña fui una luchadora de los derechos civiles y de la igualdad en representación" juguetil" .
Lo que sí argumento es que para mí aquel evento fue importante y que aquella muñeca me parecía tan asombrosa, tan improbable que decidí guardarla de por vida.

Lo mismo me pasa con los anillos de boda de mi madre (los míos no, que ya llevo tres matrimonios), un traje de cuando tenía 4 años (era una nena gooorda)
fotos polaroid, dientes de mis hijos, y 2 trajes de polyester bien "seventies" que usaba mami. Eso y los libros y cartas de mi hermano muerto componen una especie de altar personal íntimo
cosas que no pegan ni pueden ser fácilmente traducibles en mi status de facebook. Cosas demasiado concretas para servir de info para el desarrollo de amigos virtuales.

Lo que quiero decir es que yo, que me hice mujer justito en la cresta del imperio de lo repetible y lo remplazable, todavía conservo una cierta ingenuidad por lo tangible. No me creo que tengo amigos en "facebook" . Tiendo a diferenciar la imagen de la cosa y la información de la experiencia.Qué les puedo decir, soy arcaica.

Pero, ¿y mis pollitos (así llamo a mis estudiantes- no puedo evitar ser un poco mamá gallina con ellos)?
¿Qué altares holográficos construirán ? ¿Qué odas elementales escribirán a qué par de calcetines, a qué hogaza de pan,a qué Marilyn Monroe o Amy Wineheart suicidándose?

Talento tienen, y pulso. Y son tan tan inteligentes...
Veremos donde logran depositar sus afectos.
Veremos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente observación; y un gran consejo para aquellos que enseñamos a nivel universitario, que aunque usamos la tecnología del Web 2.0, somos inmigrantes a ese mundo. Fácilmente olvidamos que nuestros estudiantes son residentes, si no ciudadanos del mundo global tecnológico.

Anónimo dijo...

A veces, quisiera que tu forma de escribir, en vez de tener palabras rellenas de diccionario e ideas, pudiera, realmente, escribir sobre ellas. No hablo de escribir sobre el papel, sino sobre sus bordes y flancos. O una escritura más profunda, que toque.
O quizás exijo donde no debo.

Buen día, buenos 300 años de eternidad.
Un abrazo.

elf dijo...

No sé si es una cuestión generacional. Mi hijo de 30 (y un hoarder. Todavía tengo todos sus jugueste, colecciones, libros y cómics)se acaba de casar con una chica que aparentemente no lo es. Y de pronto, me acaba de informar que puedo disponer de todo. O será, que el también se ha contaminado con esto de desechar y reemplazar¿?