sábado, 9 de junio de 2007

Tratado de medicina natural para hombres melancólicos: el mal de los fuegos fatuos



Te vence la culpa. Has sido infiel. No sabes por qué has faltado. Amas a tu mujer. La encuentras sensual, misteriosa. Amas la vida que has construido con ella. Matarías a cualquiera que atentara en su contra y sin embargo tú mismo (o ese otro que te habita) te ha sacado de carril. Has cometido una imbecilidad, acaso varias. Ahora sientes miedo, un miedo acuoso que te tienta a la certeza de que las cosas se te han salido de las manos. Estás extenuado. Necesitas el reposo del castigo; que te atrapen, que todo ésto llegue a su fin. Es más, estás presto a confesar.

Hombre, escúchame. Detente. No des un paso más. No atiendas los llamados de la otra. No expliques demasiado, pero pide tiempo en el hogar y escóndete dentro de tí. Si tienes que dormir, duerme un poco. Después toma agua, vuelve a llenar el vaso y busca un cenicero y una caja de cerillos. Sientate en un balcón, jardín o en algún otro lugar aireado de la casa.

Alístate a ejecutar este ejercicio que te hará sentir mejor.

Primero, enciende un cerillo y pégatelo al dorso de la mano, ahí donde la piel es más tierna, más protegida de los del embates del sol. Déjalo que se apague allí, contra tu carne. Huele el chamuscón, siente la quemadura. Te arderá.

No grites, no pelees contra el cuerpo. Incorpora el dolor de la simbólica herida. Después échate un poco de agua sobre la piel.

Entonces, deja que se escape de ti un largo suspiro. Báñate. Atiende tu herida. Sal a abrazar a tu mujer.

Pero ojo, no debes abusar del ardor. Todo cuerpo desarrolla resistencia a los fuegos fatuos.

Si reincides en atender el llamado de la otra, estás perdido.


Este remedio tan sólo funciona una vez.

1 comentario:

elijah snow dijo...

mano ponte a escribir, que me tienes desesperao esperando que nuevo vas a postear en el blog!!!!

un beso,
David Caleb