domingo, 13 de febrero de 2011

SIN PRESIDENTE- SIN PRECEDENTE

He estado callada y reflexionando. Me entero de que el Presidente de la UPR acaba de renunciar. Trato de organizarme para dar clases. Esta vez me quitaron todo- descargues, ayudantía de investigación. Me piden que haga un informe semanal de mi asistencia a clases, de que estoy cumpliendo con mi deber de profesora. Me dicen que garantizan mi seguridad; es más, que aún cuando mi seguridd no esté garantizada, tengo que cruzar líneas de piquete, pasar por cercos policiales y dar clases.

No veo cómo hacerlo.

Vuelvo a ponderar la información que recibo y los hechos que he presenciado, yo, con mis propios ojos. Estudiantes que tiran piedras mientras policías reparten macanazos a diestra y siniestra, alcanzando a algunos muchachos de la High de la Universidad que corren a refugiarse. Me veo intentando dar clases mientras helicópteros de la uniformada pasan bajo, bajísimo, con sus aspas cortando el aire, e interrumpen el flujo de la imposible conversación, de una explicación sobre los recursos narrativos que, aunque quiero, no puedo dar. Pienso en mi primer promesa rota. La primera semana de clases dije que independientemente de mis posturas frente a esta huelga, respetaré a mis estudiantes que se quieren graduar (es decir a todos, porque créanme, amigos, los estudiantes que están piqueteando, también quieren coger clases y las toman) Todos quieren coger clases; eso lo sé, lo comprobé en la última huelga; y yo les prometí que las daría, a como diera lugar. Pero no pude. No pude porque se me hizo imposible organizar a 120 estudiantes de 4 secciones diferentes para tomar clases debajo de un palo o "garantizarles su seguridad" instándolos a cruzar piquetes y cercos de policías e ir a estudiar a las horas y los salones asignados.

La situación es difícil.

La Comisión de Derechos Civiles no se ha pronunciado al respecto. Y el respecto es la violación de derechos de estudiantes- a quienes dispersan a macanazos por pintar acercas de su universidad y los derechos de profesores a dar sus clases sin vigilancia extrema. Sé que han habido disturbios en la unviersidad, vandalismos, cerraduras rotas,pupitres virados. Pero, pregunto yo, ¿eso justifica tanta violencia indiscriminada?

Ya lo dijo Napoleón- las bayonetas no sirven para sentarse en ellas. La Policía está allí para hacer respetar el orden, a puño limpio y sin preguntar. Esa es su misión y la cumplirán.

Y yo me pregunto si tendremos que esperar a que mueran dos o cuatro- como ha pasado antes- de que mueran policías y estudiantes para que cese esta locura.

Yo respeto a mis estudiantes. Respeto sus procesos y sus disidencias. Respeto tanto a los que quieren mantener el voto de huelga como a los que no. Soy profesora por ellos y a ellos me debo.

Acerca de la huelga, tengo mis posturas. En verdad, me gustaría pensar que hay otros métodos qué explorar. Tenemos procesos en marcha para revocar la pausa de mi departamento de Estudios Hispánicos, por ejemplo, para conseguir fondos externos, para reestructurar bachilleratos. La huelga nos impide movernos para renovar la Universidad, sacarla de la crisis que la aqueja.

Por otra parte, mi opinión no determinará lo que ya es un hecho. Hay huelga. Y la administración universitaria no ha hecho otra cosa sino alimentarla. A veces pienso que todo esto es a propósito, para desestabilizar y crear caos. Que esta huelga esta siendo provocada para cerrar la universidad.

Por eso soy tan crítica de esta huelga; no porque no veo que sean válidos sus reclamos, sino porque sospecho que estamos viabilizando una estrategia nefasta.

Es tan sólo una sospecha, pero no la puedo sacurdir de mi cabeza.
Creo que quieren cerrar nuestra universidad. No sé por qué. No me puedo explicar la razón para esta estrategia; pero la veo venir, contundentemente.

Ojalá sean tan solo sospechas.

Pero, ¿quién gana con una universidad cerrada? ¿Qué se ganaría? ¿La derrota de la disidencia?

Una cosa tengo clara, más clara que el agua. Yo no sería la intelectual, la escritora, la madre, la gestora cultural que soy hoy sin la Universidad de Puerto Rico. Punto.

La Universidad es la fábrica de intelectuales y profesionales, de pensadores y futuros empresarios de este país. Sin ella seríamos Haití, por decirlo de alguna manera- seríamos el Puerto Rico que una vez fuimos y en el que de seguro nos convertiremos si siguen exilándose los profesionales especializados que nos quedan en busca de mejor fortuna. Nos quedaríamos con uan población joven violenta, frustarada y sin preparación para atender las necesidades del país, seríamos mucho más pobres de lo que nos podemos imaginar.

Perder la UPR es empobrecer a Puerto Rico, al mundo entero.

Hoy por hoy ni los sectores más acomodados de este país pueden sufragar para sus hijos el estudio universitario en Estados Unidos. Estamos hablando de entre 20mil y 48 mil dólares al año y no precisamente en una Ivy Leage.

Yo misma estoy guardando desde ya para cuando mis hijos decidan irse a estudiar maestrías y doctorados afuera. Mis hijos teinen 3 y 6 años. No creo que pueda guardar dinero suficiente para costearle sus estudios afuera EN GRADO DE MAESTRIA. Bachillerato, ni pensarlo.

Pero este problema es mayor aún y, obviamente, me supera. La UPR cerrada es un golpe bajo, durísimo a toda una historia intelectual de nuestro país.

Los doctorados honoris causa que la UPR le ofreció a Borges, a Carlos Fuentes, quedarían reducidos a polvo. La brillantísima historia de investigaciones en Ciencias Médicas para encontrar la cura del cáncer, del Sida, dejarían de recibir fondos. La tradición intelectual que permitió que Julio Cortázar tradujera por primera vez al español los cuentos de Edgar Allan Poe (todo esto auspiciado por la UPR-Puerto Rico) se suspendería. Las clínicas legales, de trabajo social, y sobretodo, la formación de casi todos los jefes de agencia, legisladores, alcaldes del país- desde el ex- Director del Departamento de Trabajo Victor Rivera Ortiz hasta la senadora Norma Burgos, se verían afectada.

¿Quién gana con el cierre de la UPR?

Creo que la administración ha errado en sitiar la universidad de policías. La verdad es que no se puede dar clases con ellos allí. Creo que la comunidad universitaria debe hacer un nuevo intento por sentarse a negociar. Sé que cansa. Sé que hasta ahora hemos encontrado oídos cerrados. Pero hay que negociar de buena fe. Alguien tiene que tenerla.
Me encantaría que hubiese otro método que la violencia y la confrontación cerrada para resolver este dilema en que nos encontramos.

No soy política. Soy profesora y escritora. Tiene que haber un términoo medio- de mediar, es decir, de lograr alguna conversación y diálogo para arreglar este entuerto.

Ojalá y el/la próxima presidenta de la UPR acceda al diálogo en vez de seguir recurriendo los macanazos y a la extrema vigilancia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

asi paga el diablo

anuar bolaños dijo...

Estaré leyendo y comentando.

Anónimo dijo...

Me identifico con su reflexión, hace tiempo lo comenté con mi esposo, esto parece provocado para que la UPR pase a manos privadas.

Los estudiantes tienen su propio camino, su historia, sus vivencias y cuando lleguen a nuestra edad también tendrán experiencia ¡que pena que esta última y la juventud no vayan de la mano!

Dios permita que estos presentimientos no sean ciertos y permita también que su escrito llegue a los ojos y cerebro de muchos estudiantes.

Me encantó su análsis. Gracias.