El 19 de diciembre recibí un paquete por DHL. Era de Unicef. Hace dos años me habían contactado para que colaborara en una antología cuya venta era para recuaudar fondos para la infancia latinoamericana. Yo regalé los derechos de un texto mío y le escribí al director del proyecto preguntando en qué más podía ayudar. Que me ponía a sus servicios para lo que fuera. Sé que el neoliberalismo tira qu pantalla de humo, pero que vivimos en una región pobre. Y la pobreza siempre ataca a los más débiles primero- a las mujeres y a los niños. Quiero ayudar. Debo. Pero, en estos tiempos en que las palabras "deber", "pobreza" "solidaridad " y "compromiso" están en desuso, ¿qué puede hacer una escritora para ponerse del lado de los que ella siente que son su tribu sin sonar a cliché, a mentira?
Envié el texto y crucé los dedos; pensando en que lo que hacía era poquísimo; que podía y debía hacer más. No supe qué otros autores habían sido convocados al proyecto.Tan sólo me sentí afortunada de que me invitaran a colaborar en esta iniciativa.
Ahora me llega la antología "Las palabras pueden" En ella hay textos de Saramago, de Fernando Savater, de Rosa Montero, de Alvaro Mutis, de 200 escritores más.
Además me llegó este prólogo que reproduzco íntegro para ustedes. Espero que apoyen esta iniciativa.
INTRODUCCION
Esta obra es el resultado de un llamamiento especial que hicimos desde UNICEF a los más destacados poetas y escritores de América Latina, el Caribe, España y Portugal.
Nos sentimos felices de la acogida que tuvo nuestra idea. Todos ellos han contribuido con entusiasmo y desinteresadamente con sus textos, cuentos y poesías, a tratar de crear un nuevo lugar en el que reencontrarse con las ilusiones y sueños de nuestra infancia y adolescencia. De aquí surge una antología única e inimaginable hasta el día de hoy que se acerca a la situación de la infancia indígena y afrodescendiente en nuestra región.
Con la ayuda de tantos autores de aquí y allí nos hemos acercado a esas otras culturas que también son tan nuestras, a ese sabor especial que tenemos gracias a la riqueza cromática de nuestros pueblos, todos esos pueblos indígenas y todos esos afrodescendientes que traen con ellos su historia, sus valores, sus cosmovisiones, sus leyendas, sus lenguas, sus músicas…
Durante los últimos años, América Latina y el Caribe innegablemente han progresado en lo que concierne a la vida y al desarrollo de nuestros niños y niñas: la mortalidad y la desnutrición infantil han disminuido y la matricula en la escuela primaria ha alcanzado su nivel más alto en la historia de la región.
Asimismo, los gobiernos han demostrado un mayor compromiso en relación al tema de la infancia y la adolescencia mediante la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño y otros tratados y acuerdos internacionales que buscan proteger y garantizar los derechos de la infancia y la adolescencia.
Sin embargo, y a pesar de los avances logrados, todavía millones de niños, especialmente indígenas y afrodescendientes, permanecen excluidos del progreso e invisibles detrás de los promedios nacionales que miden el avance hacia el logro de los compromisos asumidos por sus países en apoyo de la infancia.
Hoy, en nuestra región, dos de cada cinco personas viviendo en extrema pobreza, son niños menores de 12 años, y de los dos millones de personas que viven con el VIH/SIDA, cincuenta mil son niños menores de 15 años.
Pero quizás el indicador más representativo de estas desigualdades es que cerca de nueve millones de niños sufren desnutrición crónica, lo que retrasa su crecimiento físico e intelectual y les condena a entrar en un círculo de pobreza que se perpetúa de generación en generación.
El resultado es una brecha inadmisible, entre aquellos compromisos encarnados en leyes, tratados, acuerdos y planes, y la dura realidad cotidiana a la que aún se enfrentan millones de nuestros niños, niñas y adolescentes.
Es por ello que en esta antología van a encontrar tanto textos que nos recuerdan que la patria de los seres humanos todavía puede estar en los buenos recuerdos de la infancia, como escritos donde los autores dan voz a los que no tiene voz, o denuncian algunas de las graves formas de violencia y abandono que aún afectan a nuestra infancia.
Realmente, todavía queda mucho por hacer y es por ello que las Agencias del Sistema de Naciones Unidas que han contribuido a que este libro sea una realidad, el PMA (Programa Mundial de Alimentos), el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), OCHA (Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios) y la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) siguen trabajando conjuntamente con los gobiernos, la sociedad civil, y la cooperación internacional, para establecer las condiciones necesarias que permitan superar la pobreza, la desigualdad, el hambre y la discriminación que afecta de manera desproporcionada a nuestra infancia.
Espero sinceramente que este libro pueda contribuir a que nuevas generaciones de personas comprometidas, nos ayuden a continuar cambiando las condiciones en las que vive nuestra niñez. Es una responsabilidad de todos. Las palabras tal vez no cambien la realidad, pero pueden convertirse en una fuerza capaz del cambio desde la esperanza.
Las palabras pueden.
Nils Kastberg
Director Regional de UNICEF en América Latina y el Caribe
2 comentarios:
Te felicito otra vez. Donde conseguimos la antologia, para comprarla, por un granito de arena mas...
Hola Mayra. Por casualidad encuentro tu blog, donde haces referencia a "Las palabras pueden", donde también incluyeron uno de mis poemas. Yo fue invitado a través de Jerome Seregni, a quien veo en tierras africanas gracias a su facebook. Espero que este comentario sea un puente entre nosotros, para entablar comunicación. Un saludo afectuoso desde Argentina.
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